jueves, 7 de agosto de 2014

Un clasico: LA TUMBA INDIA de Fritz Lang. Continuacion de "El tigre de Esnapur"


LA TUMBA INDIA de Fritz Lang.

1959. Aventuras. P: 8/10.

Director: Fritz Lang.

Musica: Gerhard Becker & Michel Michelet.

Fotografia: Richard Angst.

Interpretes: Debra Paget, Walther Reyer, Paul Hubschmid, Claus Holm, Sabine Bethmann, Valery Inkijinoff.

Sinopsis: Dejamos a nuestra pareja perdidos en el desierto a merced de una tormenta de arena y son recogidos por una caravana y llevados a un pueblo donde, por la delación de un paisano, llegan los soldados para apresarlos. Escapan por las montañas y son detenidos por el hermano de Chandra, el marajá. La bailarina Sheethe es llevada al palacio pero el arquitecto alemán Harald es dado por muerto. Con la amenaza de la vida del amado Sheethe acepta casarse con el marajá y en su boda se alza la revolución para derrocar a Chandra, que fracasa….

Comentarios: Deliciosa continuación de “El tigre de Esnapur” con todos los puntos destellantes de la primera (decorados, vestuario, amores casi imposibles, intrigas, traiciones, valentía, lealtad, odios) pero con un final lo que mejora un tanto el resultado.

Aquí vuelve casi en un movimiento cíclico a los subterráneos de palacio, al bellísima danza de Sheethe ante la gran serpiente en su juicio ante la diosa y con un vestido/trajedebaño realmente osado para la época, danza sensual y lujuriosa llena de oscuros significados con los movimientos de la bellísima Debra enamorando ala cobra, hipnotizando a la cobra con esas gemas verdes en sus manos que parecen los ojos de las serpientes, impresionante la ola de sexualidad contenida que se vislumbra en la danza sobre todo en un escenario presidido por esa gigantesca estatua de la diosa y los ojos atónitos de los sacerdotes del templo. O esa huida  en el lazareto huyendo los leprosos de la hermana del arquitecto siendo salvada in extremis, que nos trae ecos de la primera..

Impresionante.

Exotismo a raudales, decorados recargados dándole, con una fotógrafa soberbia, una sensación de irrealidad, como en un cuento de los clásicos indios, donde los dioses favorecían a los hombres y todo un rey podía transformarse en un simple mortal en busca de la paz y de la verdad.

Maravillosa la simbología de la tumba para un gran amor o esos aldeanos que anteponen la ley de la hospitalidad a las amenazas de todo un príncipe.

La fotografía bellísima, en colores que marean, nos sobrecoge en esos tonos dorados, amarillos, verdes…así como en la suntuosidad de los desfiles y el contraste de las vestimentas de los europeos con las orientales y en las de estos con la gente llana.

“Una película que ha influenciado y mucho a películas posteriores, como a las de Indy. Te llena de fantasías, de Salgari, de Verne, de sueños juveniles, de aventuras sin fin, de amores románticos luchando contra todo y el poder, cuando el amor era más importante que las posesiones o el dinero o el poder.”

Evocadora de cines de barrio de una niñez casi perdida, de las sesiones continuas, de sueños y fantasías en la que nosotros éramos los héroes y los que nos quedábamos con la chica de nuestros sueños. La recuerdo con nostalgia en esta nueva visión de las mismas, y me prometo volver a ver esas maravillas de 20.000 leguas… o Viaje al fondo de la…o Ivanhoe…hay tantas y de tan gratos recuerdos.

 

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