miércoles, 21 de mayo de 2014

La mansión de Drácula de Erle C. Kenton.


La mansión de Drácula de Erle C. Kenton.

1945. Terror, secuela. P: 7/10.

Director: Erle C. Kenton.

Interpretes: Lon Chaney Jr (Tarry Talbot, el hombre lobo), John Carradine (El Conde Drácula), Glenn Strange (monstruo de Frankenstein), Martha O’Driscoll, Lionel Atwill, Onslow Stevens (cientifico loco).

Fotografía: George Robinson.

Música: William Lava.

Maquillaje: Jack Pierce.

Sinopsis: Llega a la casa de un reputado científico el Conde Drácula, para pedirle que estudie una cura a su enfermedad. Casi al tiempo llega  Tarry Talbot, el licántropo, para que le cure también. El Conde no dejara su maldad de lado y el científico, para salvar a su guapa enfermera, tendrá que destruirlo. En un intento de suicidio de Talbot, llegan a encontrar los restos del monstruo de Frankestein. El científico cura a Talbot, pero, contaminado por la sangre del vampiro tiene transformaciones en un ser maligno capaz de matar, animar al monstruo y matar a la enfermera jorobada. Talbot matara al doctor, tal como le había prometido y el monstruo sucumbirá bajo el fuego en la casa.

Comentario: Después de Drácula, Drácula versión hispana, La hija de Drácula  y El hijo de  Drácula, pues toca esta película cerrando el ciclo de la Universal con este personaje.

Tras el bajón de los monstruos clásicos, la Universal lo intenta ofreciendo no un monstruo, sino cinco en la misma película: El sabio loco, el monstruo, el vampiro, el hombre lobo y la jorobada. Cinco al precio de uno.

Y eso es el principal problema de la película, pues los guionistas meten a todos con calzador, como pueden, que ya esta bien. La excusa de la cura a su mal es de juzgado de guardia, Drácula pidiendo una cura a un viejo científico es penoso.

Hay un par de escenas salvables, la de la enfermera tocando “Claro de luna” de Beethoven que es interrumpida por el Conde haciéndole tocar una música extraña (La música del mundo de donde yo procedo…dice el Conde), o esa curiosidad de cómo hacen la transfusión de sangre entre el científico y Drácula, o, con gratitud, esa ultima escena en el laboratorio con el enfrentamiento final entre los monstruos.

Lo mejor quizás es la escena del doctor ante el espejo viendo como se difumina su reflejo hasta desaparecer.

Es como una continuación de La zíngara y los monstruos de la que no se nos explica los pormenores de la conexión.

Las horas bajas de estos personajes se vera cuatro años mas tarde cuando la universal los reúna de nuevo emparejándolos con….Abbot y Costello (ver análisis en este mismo blog) pero que resulto, contra pronostico, una película agradable de ver y de gran éxito comercial.

Música, fotografía, ambientación muy correctas y destaca, como siempre, el maquillaje del inigualable Jack Pierce.

Me gusto, disfrute mucho con ella, es muy cortita.

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