sábado, 5 de julio de 2014

Sabado clasico: RASHOMON de Akira Kurosawa.


RASHOMON de Akira Kurosawa.

1950. Thriller, drama. P: 9/10.

Director: Akira Kurosawa.

Música: Fumio Hayasaka.

Fotografía: Kazuo Miyagawa.

Intérpretes: Toshiro Mifune, Takashi Shimura, Minoru Chiaki, Fumico Homma, Machiko Kyo, Masayuki Mori.

Sinopsis: En los restos de un templo dos hombres, un leñador y un sacerdote, reciben la visita, para resguardarse de la lluvia de un paisano que ante la actitud melancólica y estupefacta de estos dos les pregunta y les pide que les cuenten que pasa. Le cuentan un asesinato y una violación que es contado por la mujer del muerto, el criminal que lo mato y el propio muerto a través de un médium, con los dos testigos el de un leñador que encuentra el cadáver y un sacerdote que se cruzo con ellos. Las tres difieren completamente y es casi imposible discernir la verdad en la maraña de mentiras de una y otra índole. Solo el leñador tendrá  la llave de la realidad que no es ninguna de esas tres.

Comentario: La historia esta contada en diversos flash-black en la que los personajes cuentan la historia desde su punto de vista, de cómo les hubiera gustado que fuera o como se creen que realmente son. No engaña, no confunde, al contrario, salvando la sorpresa inicial se transforma en un puzle sicológico que conmueve, irrita y sorprende.

Todo es un canto sociológico, de estudio humano de personajes engarzados en sus propias mentiras, en los deseos inconfesos y, salvo al final, la falta de principios y humanidad.

El director usa ese templo en ruinas aislado de todo como una isla para este relato y abusa reiterativamente del primer plano (esas imágenes de los acusados ante el tribunal desde el punto de vista del magistrado).

El montaje es una obra maestra de ingeniería, perfecto, minuciosa, no falta un fotograma, no sobra nada. Así las dos versiones del samurái el bandido son soberbias y, mezcladas, risibles.

Los actores a una gran altura, Mifune, en el papel de bandido histriónico, feroz, capaz de expresar  y pasar de estados casi catatónicos a risas feroces o alardeos sin más.

Shimura, otro grande, da el contrapunto del hombre tentado por la fortuna pero humano y caritativo en el fondo.

La crítica social es inmensa. El hombre que llega es el sentido común, justifica el mentir, el robar, todo para sobrevivir en una sociedad violenta y ruin. El leñador es el bondadoso que roba, pero se queda con el bebe.

La reiteración de la escena de la violación y la batalla no aburre, conmueve, alucina, es una obra maestra y por mucho inimitable.

Sobrecoge el dominio de la técnica de la narración del director, casi magia en el cine y por el cine.

Todo un canto a la condición humana, lo bueno y la malo de nuestro corazón.

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