domingo, 1 de septiembre de 2013

Domingo clasico: PERVERSIDAD de Fritz Lang.


PERVERSIDAD de Fritz Lang.

1945. Thriller negro, negrísimo. P: 9/10.

Director: Fritz Lang.

Interpretes: Edward G. Robinson, Joan Bennet, Dan Duryea, Jess Baker, Margaret Lindsay, Rosaind Ivan.

Sinopsis: Cross (Robinson) es un hombrecillo gris, insignificante, anodino que trabaja como cajero en una sucursal bancaria de Nueva York; su gran pasión es la pintura a la que dedica todo el tiempo que puede.

Casado con una mujer a la que no quiere y que lo mangonea a extremos increíbles cree encontrar su verdadero amor en una joven y bella llamada Kitty, quién con su novio, el violento y mal encarado (Dan) tejerán una trama en torno del Cross que ira complaciendo todos los deseos de su encantadora y perversa dama.

Robara a su mujer, robara a su banco al tiempo que Kitty firmara las cuadros de Cross y se transformara en una pintora conocida y cotizada. Cross no solo la perdonara sino que consentirá en el error pues piensa que ella le ama.

Al final Cross matara a Kitty lleno de celos y el crimen se lo endosaran al novio quien morirá ajusticiado.

Cross perdido viejo y loco se convertirá en un paria….

Comentario: Repite con Lang el trío protagonista de la excepcional película: “La mujer del cuadro” y con el equipo técnico en un “tour de forcé” que genial se convierte en una obra maestra del cine negro.

Va centrándose en esa pasión amorosa capaz de esclavizar a un hombre hecho y derecho, ya en el ocaso de la vida, en una vorágine de deseo a la vez que de esclavitud. La contra es la joven bella y amada (Joan Bennett)  que se transforma en una serpiente venenosa capaz de picar la mano del que la mima y la alimenta, representando a una de la mujeres fatales del cine de todos los tiempos.

El trío se completa con un personajillo de poca monta, un sinvergüenza, un caradura, un vividor de los demás, capaz de prostituir a su novia por unos dólares y timar al amor, aprovecharse de la buena voluntad de Cross.

Lang recurre al microcosmos de la pintura para, en sombras y luces, dar unas pinceladas con un trágico final para todos los protagonistas. Es el sino de los actores griegos, el drama con mayúsculas.

Hay escenas para todo los gustos. Desde esa que Dan es llevado a la ejecución con esa puerta cerrando detrás de él y cerrando la escena al espectador hasta la vista del proceso que Lang desarrolla en breves intervenciones/declaraciones de los testigos, en un proceso rápido, frio y finalmente, trágico. Pero esta la culpa, no la del amor; hay Cross en el tren con los periodistas que le dicen que el castigo esta en el corazón y su locura, su intento de suicidio, las voces que le machacan una y otra vez, su deambular como un sin techo y ese cuadro, su cuadro, su cuadro perfecto, lleno de amor como es vendido por cifras exorbitantes con la firma de Kitty, no la suya, en un reconocimiento que nunca llegara.

Joan Bennet hace la mujer más fatal de todo el cine, perversa, cruel, manipuladora y, al tiempo, es infantil, caprichosa y manejada por un granujilla de tres al cuarto. “Quise reírme en tu cara desde el momento en que te vi; eres viejo, feo y me pones enferma”. Borda un papel que lleva unos límites casi inhumanos.

Robinson hace un papelón, perfecto en su papel, bordeando siempre la locura tanto antes del crimen como despues.

Dan en uno de sus grandes papeles, lo borda como el macarra que es. Con su sonrisa bobalicona, su estar al paire de todo y al final su grito de que él no lo hizo antes de ser ajusticiado. Genial. Está inmenso en, quizás, su mejor actuación.

Gran fotografía en blanco y negro, el mejor expresionista alemán con la contención clásica de aquellos tiempos en América.

La música una delicia que no estorba, apenas nos damos cuenta de ella pero siempre acompaña.

Y la distancia que nos crearía la situación de Cross, que diríamos que pusilánime, que idiota, no existe, la película nos caza y solo nos deja respirar por los polos de pintor, somos Cross en una pesadilla perversa que nos llevara a la condenación. Tal como acaba nuestro Chris como en esa cuento de Poe: El corazón delator.

Un final memorable y un epilogo aun mejor. Tosa una obra maestra, no me cansare de verla.

Basada en una novela de Georges de La Fouchardiere titulada: "La golfa".

Música: Hans J. Salter

Fotografía: Milton Krasner (B&W)

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