domingo, 14 de diciembre de 2014

Domingo clasico: La dama de Shangai de Orson Welles.


La dama de Shangai de Orson Welles.

1948. Obra maestra del cine negro. 10/10.

Director: Orson Welles.

Interpretes: Orson Welles, Rita Hayworth, Everett Sloane, Glen Anders.

Fotografía: Charles Lauwton Jr.

Argumento: Un marinero trotamundos de origen irlandés llamado Michael O’hara (Orson) que ha luchado en la guerra civil española y trata de vivir de la forma mas apacible posible es contratado para conducir un lujoso yate en un viaje de placer  por el mar Caribe, organizado por el famoso abogado criminalista y medio paralítico (Everett) y su hermosa y deslumbrante esposa (Rita). Todo se complica con la atracción que sentirá hacia la dama, el detective que el esposo ha contratando para espiarla y la oferta que le hace el socio para que simule matarle y poder desparecer.

Comentario: Negro, negrísimo, retrato que hace Orson de cierta capa de la sociedad que, en un cuento, “Como tiburones devorándose entre si. No quedó ninguno vivo”. Y critica la colectivo de abogados como pocas veces se ha hecho.

Ya estaba, según cuentan en plena separación de su mujer Rita, a la que cotó el pelo, lo tiño de rubia fatal y… ¡Jamás nadie la filmo tan bella, fatal, deseada y exuberante! Hace, aquí, el papelón de su vida, injustamente no reconocido en sus tiempo.

Pero es que todos los actores están bien.

Es que la puesta en escena esta genial.

Es que el montaje es perfecto.

Es que la fotografía es en un blanco y negro insuperable. Los movimientos de cámara, los travelling, todo es perfecto.

Es que la música es deliciosa.

Es que el guión, sobre todo los diálogos, son insuperables.

Es que es más moderna que muchas pelis actuales.

Hay escenas que son inolvidables y serán inolvidables para el que la vea por primera vez:

La famosa escena final en la sala de los espejos, con su juego de múltiples personalidades y lleno de simbología (homenajeado por Allen en Misterioso asesinato en Maniatan), sobrecoge, sobre todo, la aparición de Bannister con sus muletas. Antes de esa escena Michael pasa por una puerta que pone “levántense o déjense caer”, cae por un extraño tobogán, llega a una boca de dragón que se lo traga y pasa a la habitación de los espejos deformados, para caer en los ojos de Elsa Bannister. Ese juicio lleno de picardías y risas cuando están hablando de la vida o muerte de un hombre, en ellas el auto interrogatorio que se hace su propio abogado defensor, Bannister. O esa en el yate que hablan y Orson les cuenta la historia de los tiburones. O cuando le hacen la propuesta de ganar dinero con un falso asesinato, etc. O esa ultima conversación con Elsa, ya moribunda.

El uso del la voz en “off” esta magistralmente articulado, sin cansar, en los momentos justos y la cantidad justa.

Maravillosa.

Lastima que, en su día, fue totalmente incomprendida sino la historia del cine, con Orson, seria otra totalmente distinta a la actual.

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