lunes, 25 de febrero de 2019

DOLLS de Stuart Gordon.


DOLLS de Stuart Gordon.

1987. Terror. P: 6,5/10.

Director: Stuart Gordon.

Musica: Fuzzbee Morse.

Fotografia: Mac Ahlberg.

Interpretes: Ian Patrick Williams (el padre), Carolyn Purdy-Gordon (, Carrie Lorraine, Guy Rolfe, Hilary Mason, Bunty Bailey, Cassie Stuart, Stephen Lee.

Sinopsis: Una falsa pareja con una niña pequeña (mama que no es, un papa tonto del culo y una niña mas lista que nadie), llegan a una mansión vieja y decrepita donde son recibidos con cierta hospitalidad por dos ancianos abuelitos (Gabriel y Hilary) un tanto siniestros, sobre todo la arrugada abuelita de los cuentos de miedo, que se dedican a fabricar muñecas de artesania. También llegan, a causa de la tormenta, un joven que ha recogido a dos autoestopistas un tanto descaradas y provocativa, muy punkis, muy gilipollas. Acogidos y obligados a pasar la noche empiezan a pasar cosas terribles y horrorosas. La primera que desaparece es una de las jóvenes que estaba robando en la casa aprovechando el que la gente estaba durmiendo. El misterio esta en las muñecas que parecen cobrar vida solo la niña lo sabe pero nadie le hace caso.

Comentario: Un cuento macabro de toda la vida es lo que filma Gordon, un grande muy niño que hace lo que le gusta y que debe disfrutar de lo lindo con el terror y nuestros miedos. Hay brujas que reciben a los visitantes, incluso con la broma de la delgadez de la niña y su dedito flaco; hay muñecas/muñecos por todos lados y son rápidos y astutos y crueles cuando tienen que serlo. Porque el brujo es un constructor de muñecos, el muñequero, el hacedor artesanal de los muñecas de siempre.

La niña del cuento incluso tiene un osito de peluche, su gran amigo que, en un sueño premonitorio, se convierte en gigantesco en una de las mejores escenas de la película y que adelanta el tono y la farsa de la misma.

Todos están/estamos condenados…”Quien no se transforme en un niño no será salvo”, máxima evangélica que aquí significa que solo lo niños de cuerpo y corazón saldrán vivo y normales de ese caserón.

La película debió costar unos duros, poca cosa, bagatela, se nota en los pobres efectos especiales pero se agradece, lo mismo que ese sentido macabro del humor muy de la casa, de la casa de Gordon.

El estilo es clásico, naif, de cuento antiguo, de leyendas a contar a luz de la lumbre en Halloween. Los actores pues cada uno hacen su papel de forma un tanto grotesca salvo los que serán salvos con el corazón de niños. Y ese final, pobre, y pobre, la transformación del tonto de baba del padre que después de destrozar al polichinela se transforma en uno más grotesco, risible y terrorífico si cabe.

Hay una escena especial, los muñecos discuten sobre si el gordo deberá salvarse o no, una mueca de juicios extraños como de locura. La de la niña dándole el osito que vuelve a sus manos como por magia al juguetero y prometiéndoles que volvería de visita y su marcha…se cierra el libro de los cuentos de miedo (todos los cuentos para niños son de miedo, mucho miedo) y no podremos dormir en toda la noche, como cundo eramos niños y soñábamos con el lobo feroz y el pirata Barabanegra.

Se agradece ver películas así, lejos de complicaciones, lejos de enrevesadas historias y con falsas pretensiones de grande y de culto. Simple, emotiva y de miedo. Porque ¿Quién, en la noche, ante la mirada maligna de una muñeca, no ha tenido miedo? ¿Qué hay más terrorífico que un payaso con sus pinturas de guerra, en la noche  cuchillo en mano?

Recuerdo aquí un relato de King, de lo mejorcito que ha escrito, que es el terror que produce un juguete típico, un mono con platillas que toca cuando quiere. Jamás he podido volver a uno de esos sin un repelús por la espalda. O esas muñecas de porcelana que esconde sus afilados dientes en un sonrisa tétrica y terrible…Muñecos ¡Que miedo!.

La película, de verdad, un delicia si se la ve con el ánimo adecuado, es decir, de niño, de campamento de verano, de sombras en el cuarto….como el niño que somos, que debemos ser pues si no seremos transformados en unos muñecos y guardados para siempre en la casona del juguetero…..¡ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,ja,!


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